La compañía de Mountain View ha dado un paso de gigante en el campo de la computación cuántica con el lanzamiento de Willow, su último chip cuántico, que promete revolucionar la ciencia y la tecnología. Con capacidad para realizar cálculos que llevarían 10 septillones de años en los superordenadores más rápidos de la actualidad, Willow no sólo establece nuevos estándares de rendimiento, sino que allana el camino para aplicaciones prácticas y comercialmente relevantes en la próxima década.
Hartmut Neven, fundador y responsable de Google Quantum AI, describió a Willow como un hito esencial en la misión de la empresa de construir un ordenador cuántico a gran escala con utilidad en el mundo real. «Este avance es un prototipo convincente de que es posible construir ordenadores cuánticos útiles y escalables», afirmó.
La revolución de la corrección de errores
Uno de los mayores retos de la informática cuántica ha sido siempre la corrección de errores. Debido a su naturaleza inestable, los qubits -las unidades fundamentales de la computación cuántica- son muy susceptibles de fallar. Willow, sin embargo, superó este obstáculo con una innovación histórica: redujo exponencialmente la tasa de error a medida que aumentaba el número de qubits.
Durante las pruebas, Google amplió el sistema de una rejilla de 3×3 qubits codificados a 7×7, consiguiendo reducir a la mitad la tasa de error en cada etapa. Este progreso situó a Willow «por debajo del umbral», un concepto crucial que demuestra avances reales en la corrección cuántica de errores y que la ciencia llevaba persiguiendo desde 1995.
El punto de referencia inigualable
El logro más notable de Willow se produjo en una prueba conocida como Random Circuit Sampling (RCS), considerada el punto de referencia más difícil para los ordenadores cuánticos. El chip realizó la tarea en menos de cinco minutos, algo que a un superordenador convencional le llevaría más tiempo que la edad del universo. Este rendimiento demuestra que la computación cuántica está superando los límites de la computación clásica a una velocidad doblemente exponencial.
El futuro
Aunque su aplicación comercial se encuentra muy lejos todavía, Willow nos acerca a una era en la que los ordenadores cuánticos podrán resolver problemas científicos e industriales que hoy son imposibles. Desde descubrir nuevos medicamentos y materiales hasta crear modelos energéticos más eficientes, las posibilidades son inmensas.
Google también apuesta por la colaboración abierta, animando a investigadores y programadores a explorar su software y contribuir al desarrollo de algoritmos cuánticos. «La computación cuántica y la inteligencia artificial serán las tecnologías más transformadoras de nuestro tiempo, y ambas se beneficiarán profundamente la una de la otra», concluye Hartmut Neven.
Willow no es sólo un avance técnico; es una declaración de que el futuro de la informática ya ha comenzado, y se está escribiendo a escalas que desafían la noción misma del tiempo.