La importancia de los unicornios en la defensa europea

Ante la amenaza rusa, los inversores tecnológicos estonios están invirtiendo millones en start-ups de defensa, impulsando la innovación militar y reforzando la seguridad del país y del flanco oriental de la OTAN.
21 de febrero, 2025

Estonia, el pequeño país báltico de apenas 1,4 millones de habitantes, ha sido históricamente un gigante en la escena tecnológica mundial. Ahora, con la guerra de Ucrania y la creciente tensión en la frontera oriental de la OTAN, el país está liderando un movimiento innovador: los inversores privados en tecnología están canalizando recursos hacia start-ups de defensa, transformando el sector militar de una forma sin precedentes.

La urgencia es evidente. Estonia y sus vecinos bálticos, que pasaron décadas bajo dominio soviético, ven la amenaza rusa con una intensidad distinta a la del resto de Europa. «Filosóficamente, los estonios piensan cada día en cómo defender el país», declaró a Reuters Sten Tamkivi, uno de los primeros ejecutivos de Skype y actual inversor de capital riesgo.

Capital patriótico

Tamkivi y Taavet Hinrikus, cofundador de TransferWise (ahora Wise), decidieron aprovechar la plataforma de inversión Plural,valorada en 800 millones de euros, para apoyar a las start-ups de defensa. «Nunca pensamos en invertir específicamente en defensa, pero la creciente tensión en el frente oriental de la OTAN se ha hecho tangible», declaró Tamkivi a Reuters. La medida responde a la creciente demanda de tecnologías de defensa y a la atención cada vez mayor que los inversores extranjeros prestan al sector.

En julio de 2024, Plural participó en la ronda de financiación de 450 millones de euros de Helsing, una empresa alemana especializada en inteligencia artificial para sistemas de defensa y seguridad nacional. En 2025, el fondo cerró otra inversión en el área.

Las cifras reflejan esta tendencia: según Dealroom.co, el porcentaje de inversión europea en tecnología de defensa pasó del 0,4% del capital riesgo en 2022 al 1,7% en 2024, superando los mil millones de dólares. Aunque la mayor parte del capital se invierte en Europa Occidental, el número de rondas de financiación en Europa Central y Oriental se ha triplicado desde el inicio de la guerra en Ucrania.

La ventaja estonia

Miembro de la Unión Europea y uno de los países más digitalizados del mundo, Estonia se ha convertido en epicentro de este fenómeno gracias a un vibrante ecosistema tecnológico que ha dado lugar a unicornios como Skype, Bolt y TransferWise, y que ha permitido al país experimentar un importante crecimiento de startups centradas en la defensa.

Su proximidad a Ucrania permite probar y aplicar rápidamente la tecnología en el campo de batalla. Además, mientras que en países como Polonia muchos fondos de inversión reciben capital público y tienen prohibido invertir directamente en proyectos militares, en Estonia la financiación es predominantemente privada, lo que permite un enfoque más agresivo en tecnologías exclusivamente militares.

Del campo tecnológico al campo de batalla

Ragnar Sass, fundador del consorcio Darkstar, formado por empresarios tecnológicos y antiguos oficiales militares, afirma que el objetivo es desplegar rápidamente tecnologías en primera línea. «Cámaras térmicas para drones, sistemas de software avanzados: todo lo que pueda probarse y utilizarse rápidamente en Ucrania tiene un gran atractivo», declaró a Reuters. El consorcio ha invertido recientemente en la start-up Farsight, especializada en el análisis de datos para drones.

Según Sass, el número de start-ups de defensa en Estonia se ha disparado de 10 a unas 100 en los últimos años. «En los últimos meses se ha producido un cambio significativo en la percepción de los inversores. Nunca había visto un sector desarrollarse tan rápidamente», añade.

Un nuevo paradigma de inversión

El creciente interés del capital riesgo por el sector de la defensa podría colmar una laguna de financiación crítica. Los inversores señalan que las empresas de defensa de nueva creación tienen dificultades para obtener préstamos bancarios debido a las preocupaciones relacionadas con la normativa medioambiental, social y de gobernanza (ESG). «Pensábamos que habría pocos proyectos que financiar, pero el volumen crece cada mes», declaró a Reuters Vojta Rocek, socio de Presto Ventures, un fondo de 150 millones de euros centrado en defensa.

Los gobiernos también están reaccionando; en Chequia, un programa gubernamental ha empezado a cofinanciar pequeñas empresas del sector y, en Estonia, el gobierno ha lanzado recientemente un fondo de 100 millones de euros para apoyar a las start-ups de defensa. «Defender un país pequeño es caro. Tenemos que ser inteligentes y apostar por las áreas en las que somos fuertes, y esa fortaleza está en la tecnología», declaró a Reuters Sille Pettai, Consejero Delegado de SmartCap, que gestionará el fondo.

El objetivo a largo plazo está claro: atraer a inversores globales a un ecosistema financiado inicialmente por «capital patriótico»: las fortunas amasadas por los pioneros del sector tecnológico estonio. El sector de defensa del país aspira a alcanzar unos ingresos de dos mil millones de euros en 2030, cuadruplicando la cifra actual.

El futuro militar tecnológico

Estonia no es sólo un pequeño país que apuesta por la tecnología; es también un ejemplo de cómo el sector privado puede redefinir las estrategias de defensa. Ante la incertidumbre geopolítica y el creciente riesgo en el flanco oriental de la OTAN, los inversores del país están dando forma al futuro de la guerra moderna, armándose no solo con soldados y tanques, sino con algoritmos, IA e innovación de vanguardia.