La Inteligencia Artificial se perfila como un elemento significativo en la configuración de nuevos servicios y soluciones, al posibilitar el estudio de comportamientos pasados para la toma de decisiones estratégicas en las empresas. El World Economic Forum y Gartner han pronosticado la desaparición de determinados roles, al mismo tiempo que surgirán más puestos de trabajo, impulsados por la transformación digital y el entorno complejo que plantean estas tecnologías. Sin embargo, la visión de la doctora Yudith Cardinale, directora del Doctorado en Ciencia de Datos y Big Data de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), destaca que su llegada no se centra en eliminar empleos, sino en reforzarlos y mejorarlos, siempre que se realice una adaptación progresiva y con responsabilidad profesional.
Según la docente, esta irrupción en el ámbito corporativo ayuda a automatizar procesos, identificar oportunidades de negocio y mejorar la productividad, siempre que se cuente con la capacidad de trabajar con herramientas basadas en IA. De esta forma, quienes apuesten por la innovación y la formación continua tendrán más facilidades para beneficiarse de soluciones tecnológicas que permitan ahorrar tiempo y reducir errores.
Los perfiles emergentes en el uso de la IA
En este nuevo panorama, las empresas requieren la aparición de puestos especializados, como el perfil del Científico de Datos, capaz de desarrollar modelos matemáticos y métodos analíticos que son la base de muchas herramientas de Inteligencia Artificial. Estos profesionales manejan un conocimiento interdisciplinar para crear soluciones efectivas y eficientes.
Por otra parte, la organización también necesita empleados que utilicen e integren estas soluciones en su día a día. A este segundo grupo se les demanda creatividad y capacidad de adaptación para aplicar las herramientas inteligentes a los flujos de trabajo habituales. De esta combinación surge el concepto de inteligencia colaborativa, donde la IA y el equipo humano se retroalimentan para lograr objetivos comunes.
Este cambio, de acuerdo con la especialista de VIU, conlleva la incorporación de nuevos roles y la adaptación de los existentes para que la empresa maximice el potencial de la tecnología disponible. De esta manera, se plantean entornos en los que tanto la optimización de procesos como el aprovechamiento de datos se convierten en pilares de la competitividad.
La importancia de la formación y la ética
La formación continua es uno de los factores más relevantes para quienes buscan consolidarse en entornos laborales cada vez más digitalizados, ya que permite ampliar habilidades y adaptarse a las exigencias de un mercado que evoluciona con rapidez. Además, la adopción de sistemas basados en IA puede aumentar la eficiencia en tareas rutinarias y fomentar la innovación, al liberar tiempo para el desarrollo de ideas originales y reducir el estrés asociado a labores repetitivas.
No obstante, este crecimiento tecnológico plantea desafíos adicionales. Para la doctora Cardinale, la presencia de la ética y la moral del trabajo en la gestión de la Inteligencia Artificial es esencial. Las empresas deben garantizar la transparencia y la seguridad de los datos para mantener un compromiso social responsable. En este sentido, organizaciones y regulaciones como El Consejo Empresarial para la Ética de la IA en América Latina o el anteproyecto de ley de gobernanza de la IA en España establecen directrices que promueven buenas prácticas y marcos éticos.
En última instancia, la supervisión de los directivos y la formación adecuada de los empleados son aspectos clave para un uso correcto y responsable de la Inteligencia Artificial en el ámbito laboral. Este enfoque ético contribuye a evitar conductas indebidas y potencia un entorno productivo y seguro, en el que la IA no se conciba como una amenaza sino como un aliado estratégico para alcanzar metas compartidas.