El Real Decreto 214/2025, publicado el pasado 8 de abril, entrará en vigor este mes de junio y establece un nuevo marco regulatorio para el cálculo, la publicación y la gestión de la huella de carbono corporativa. A partir de su aplicación, estarán obligadas a reportar sus emisiones todas las empresas sujetas a información no financiera, así como las administraciones públicas, universidades y demás grandes organismos estatales.
El nuevo marco también introduce la obligación de diseñar y publicar planes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de contribuir a la neutralidad climática para 2050, en línea con directivas comunitarias como la CSRD y la CSDDD.
Aunque las PYMEs no están sujetas a esta obligación, la normativa permite su adhesión voluntaria. En muchos casos, esta participación es promovida por exigencias de socios comerciales o como condición para acceder a subvenciones públicas.
Más allá del cumplimiento normativo, la publicación de la huella de carbono permite a las empresas identificar riesgos climáticos, evaluar su impacto en el modelo de negocio y desarrollar estrategias de mitigación. Este proceso también sirve para reforzar la confianza con inversores, clientes y empleados.
El seguimiento sistemático de las emisiones no solo responde a exigencias regulatorias, sino que se presenta como una herramienta para mejorar la competitividad y sostenibilidad empresarial. La contabilidad de carbono se consolida como una vía para atraer financiación y talento, integrando criterios ambientales en la toma de decisiones corporativas.
Tecnología como elemento habilitador
Para garantizar el cumplimiento del Real Decreto, las organizaciones deberán adoptar herramientas tecnológicas que respondan a los estándares establecidos por el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol). Estas soluciones deben ofrecer cobertura integral sobre los tres alcances de emisión definidos: emisiones directas, indirectas por consumo energético, y emisiones indirectas en la cadena de valor.
Una de las plataformas que cumple estos requisitos es osapiens HUB Corporate Carbon Footprint (CCF), que permite calcular, gestionar y reducir la huella de carbono a través de la integración de datos provenientes de diferentes áreas de la organización, como el consumo energético, los desplazamientos laborales o la gestión de residuos.
Alberto Zamora, CEO de osapiens, explica que “es una herramienta estratégica de gestión, que permite fomentar la confianza de las empresas con sus públicos y permite a los inversores evaluar el impacto de los riesgos climáticos en el modelo de negocio”.
Zamora, continua remarcando que “La contabilidad del carbono no debe verse como una mera obligación, sino como una oportunidad fantástica para que las empresas sean más sostenibles y competitivas, atrayendo así clientes, financiación y, por supuesto, talento”.
La plataforma también permite importar datos desde fuentes ya existentes, facilitando la conectividad y minimizando errores. Además, proporciona puntos de referencia y recursos para facilitar la toma de decisiones en materia de reducción de emisiones.
La metodología empleada por osapiens ha sido certificada por TÜV Rheinland, tras una auditoría basada en los criterios del GHG Protocol. Esta validación garantiza que el modelo de cálculo se ajusta a los estándares actuales y cuenta con respaldo científico.
AsÍ mismo, la solución se adapta a marcos normativos de reporte como las Normas Europeas de Elaboración de Informes (ESRS) para la CSRD, la Global Reporting Initiative (GRI), la SASB y las IFRS, facilitando la presentación de información no financiera en entornos regulatorios cada vez más exigentes.