Las nuevas regulaciones, como NIS2 y DORA, impulsan la necesidad de contar con planes de Disaster Recovery capaces de adaptarse a un entorno corporativo en constante evolución. Es por ello que las empresas requieren de soluciones que respondan a ataques informáticos, fallos del sistema, errores humanos o desastres naturales.
Este contexto ha incrementado la demanda de DRaaS (Disaster Recovery as a Service), un modelo que facilita la continuidad del negocio, asegurando la recuperación de sistemas críticos con la menor pérdida de datos y tiempo de inactividad, según nos cuentan desde IPM, filial española de la multinacional japonesa Ricoh (forma parte del grupo desde 2019) con cuatro décadas de experiencia en el mercado de las soluciones y servicios transversales de TI a medianas y grandes organizaciones de los principales sectores de actividad como son los de Banca y Seguros, Industria y Administración Pública, entre otros.
Pese a todo lo explicado, un estudio de Flexera señala que un 64% de los responsables de TI fracasaron en las pruebas de DR (recuperación de desastres), lo que pone de manifiesto la complejidad de desplegar un plan eficaz. En este sentido, diversas empresas tecnológicas están proponiendo entornos con mayor disponibilidad, reducción de costes iniciales y una configuración más sencilla que, además, aprovechan las ventajas de la nube híbrida.
Un ejemplo de esto es la propia IPM, que ha desarrollado una oferta centrada en la mejora de la resiliencia de las organizaciones.
Un enfoque integral que abarca consultoría, implementación y servicios gestionados
Para abordar este problema, el integrador se ha focalizado en una propuesta que abarca el ciclo completo de la recuperación. Inicialmente, ofrece servicios de consultoría y diseño para garantizar que la solución se adapte a las necesidades críticas de recuperación, afinando la alineación entre tecnología y capacidades requeridas.
A partir de esto, le sigue la implementación inicial, con configuración avanzada, definición de políticas y pruebas rigurosas, con el objetivo último de contar con una recuperación documentada y efectiva. Posteriormente, y una vez superada la fase de implementación, el proveedor asume la monitorización continua, las pruebas periódicas y la formación orientada al equipo interno de las empresas.
Esta visión cubre así todo el espectro: desde la planificación a la ejecución y mantenimiento del servicio, con una aproximación que busca minimizar riesgos y adaptar los recursos tecnológicos disponibles, evitando periodos de inactividad prolongados.
Migración al entorno cloud y valor del hardware existente
En aquellos casos en los que se contemple la migración de soluciones on-premise al entorno en la nube, el proveedor analiza la viabilidad de la recompra de hardware, permitiendo al cliente recuperar valor de sus inversiones previas.
De esta forma, se liberan recursos de TI que pueden destinarse a otros proyectos estratégicos, con el resultado de una infraestructura optimizada, exenta de riesgos de obsolescencia y con la flexibilidad propia de las soluciones en la nube.
Las perspectivas del mercado de DRaaS muestran un crecimiento anual del 30% hasta el 2026. Esta tendencia refleja el interés creciente de las organizaciones por implementar estrategias que cubran las distintas fases del ciclo de la recuperación frente a desastres en un entorno empresarial sujeto a cambios constantes y mayores exigencias regulatorias.