Internet demuestra su resiliencia durante el apagón general en España

Pese a que muchos ciudadanos no pudieron conectarse desde sus smartphones, el núcleo de la red resistió muy bien la situación caótica que se vivió en general.
29 de abril, 2025

Este lunes, a eso de las 12:38 del mediodía aproximadamente, parecía un día laboral normal y corriente, para mi, con una excepcionalidad: demasiadas llamadas telefónicas recibidas, algunas, al mismo tiempo que llamadas que ya tenía en curso, lo que me obligó a estar un buen rato con la oreja pegada a cada uno de los dos terminales que poseo. Pero, fuera de esto, nada excepcional. Hasta que se fue la luz.

La indicación de que nos habíamos quedado sin fluido eléctrico en casa (trabajo en mi home office) me llegó por vía sonora, ya que en mi domicilio tengo hasta tres SAIs que me avisan con pitidos cuando dejan de recibir suministro eléctrico.

Estos tres SAIs me permiten mantener mi workstation portable (que tiene batería, sí, pero así le alargo la autonomía) y el monitor al que está conectada por un lado; un segundo que me permite mantener mi router encendido y conectado a la red, y el tercero para el televisor y el set-top box, conformando un conjunto que cubre las necesidades mínimas para pasarme aproximadamente una hora sin electricidad pero trabajando e informándome.

Mi reacción inmediata fue acordarme de algunos familiares y antepasados de los responsables de la red eléctrica local, ya que en el barrio de Gerona en el que vivo, sufrimos no muy a menudo, pero sí de vez en cuando, microcortes sin razón aparente. Y hoy, este parecía uno más, aunque a medida que pasaban los minutos se volvía más irritante…

Y entonces fue cuando vi como mi WhatsApp se iba llenando de personas que, en los distintos grupos en los que estoy, preguntaban si los demás también estábamos sin luz. Un rápido repaso a X (antigua Twitter) me dibujó rápidamente el panorama de un apagón generalizado que afectaba a toda la Península Ibérica, así que raudo y veloz, consulté con amigos y conocidos portugueses, quienes me confirmaron que ellos también estaban sin luz.

¿Un ciberataque? ¿Preludio tal vez de algo mayor? Poco más que conjeturas y rumores había entonces, cuando me di cuenta de que, todo esto, lo estaba viendo desde hacía más de media hora a través de Internet. No puedo dejar de maravillarme por la resiliencia de una red de datos que, en medio de un caos de tales dimensiones, seguía funcionando.

Es cierto que, a posteriori, he sabido de sitios web que habían caído, probablemente mantenidos en servidores domésticos, sin condiciones, o bien sobrecargados por un exceso de consultas pero, en general, los servicios que ofrece la red han funcionado, y han permitido la comunicación entre personas. Incluso cuando la red de voz ha caído.

Eso sí, una vez acabaron cayendo, uno tras otro, los SAIs, comprobé con amargura como las dos operadoras de mis dos números de teléfono no me estaban dando servicio de datos, probablemente porque la batería de las estaciones base más próximas, también se habían quedado secas.

Así que me decidí a salir de casa a buscar espacios que todavía disfrutaran de alguna cobertura, cosa que, por cierto, logré a ratos y en ciertos puntos de la ciudad, para ver como, en WhatsApp, bajaban una buena cantidad de mensajes, señal de que no poca gente seguía disponiendo de acceso a la red pese a la ausencia de luz.

Ciertamente, y a lo largo de las siguientes horas, hubo gente que me dijo que había tirado de datos móviles para dotar de conectividad a sus portátiles, y otras personas de las que no supe nada más hasta bien entrada la noche porque se habían quedado sin servicio de voz ni datos en sus operadoras móviles, pero debemos diferenciar lo que es el acceso final, supeditado a antenas, con el funcionamiento muy correcto de todo el núcleo y la infraestructura de transporte de datos de la red.

Algunos profesionales del sector TI que trabajan en centros de proceso de datos y empresas que disponen de sistemas de alimentación ininterrumpida, me confirmaron que disfrutaron de conectividad a lo largo de todas las horas que les duró el apagón, o hasta que se les agotaron las baterías de sus SAIs. Eso sí, la gran mayoría, con «canutos» que salían por varias operadoras, y contándome que alguna les había fallado, mientras que las otras habían prestado servicio normal.

Yo mismo, pude disfrutar de un poco de conectividad en determinadas redes Wi-Fi públicas pero poco conocidas por la ciudadanía, y conectadas a algún sistema de alimentación ininterrumpida.

No cabe decir que Starlink -y entiendo que otras conectividades vía satélite- funcionaron correctamente, con lo que disponer de una de estas antenas era garantía de poder disfrutar de datos, conectividad e información.

Los servicios como WhatsApp o el correo electrónico no dieron ninguna incidencia, se mantuvieron funcionando pese a que no todo el mundo pudo acceder a ellos.

Es cierto que, a lo largo de las últimas horas, se ha hablado de como las comunicaciones digitales fallaron, y como una gran mayoría de la población tuvo que seguir la actualidad con sus radios FM a pilas, pero lo cierto es que debemos congratularnos que, dentro del caos que supuso la situación, el núcleo de la red funcionó correctamente, y que lo interesante sería insistir que, en el futuro, se dote de mayor resiliencia a la última milla, a la autonomía de las estaciones base celulares.

Porque la red de cable, ayer, se graduó cum laude..