Si bien no he podido disfrutar de la oportunidad de protagonizar una videoconferencia holográfica, sí he visto algunas demostraciones en el evento ShowStoppers, y tengo que decir que no aderezo el presente artículo con más fotografías o vídeos porque, sinceramente, es imposible captar la sensación ni el detalle de una de estas experiencias en 2D.
Lo que sí quiero hacer es reflexionar sobre las posibilidades de esta tecnología, de la cual tuve el placer de departir con Hamid el Makhloufi, Manager of Partnerships en la compañía holandesa Holoconnects, que fabrica estos dispositivos, y coincidimos en que, al menos actualmente, su potencial de aplicación se encuentra en dos áreas: las comunicaciones (tanto personales como corporativas) y el marketing/ventas.
Para el primer caso, el hecho de interactuar, aunque sólo sea por voz, con una representación tridimensional de tu interlocutor, da una sensación de cercanía que, por ejemplo, en el caso de familiares o amigos que se encuentran a una gran distancia y con los que es muy difícil el contacto directo, nos permite sentirnos más aproximados.
Soldados cumpliendo servicio lejos de casa, profesionales en viajes de negocios o temporalmente desplazados de su hogar, familiares que viven muy alejados unos de otros… las posibilidades son infinitas, y la tecnología de Holoconnect, lo que hace, es facilitar que se sientan más cerca unos de otros.
Un pie en la tienda desatendida
Y valga el juego de palabras, porqué… ¿qué es una tienda sin personas que te atiendan? Pues esta es la paradoja que nos permite Holoconnect. No para sustituir a un vendedor, pero sí para tener tiendas de conveniencia abiertas 24/7 y atendidas remotamente por personal que puede estar en un centro de atención al cliente en un huso horario distinto.
Otras funcionalidades dependen del tamaño del equipo; Holoconnect dispone de «cajas» de videoconferencia holográfica de tamaño sobremesa, para colocar en un pedestal o en un escritorio, en las que vemos a nuestro interlocutor «en miniatura», pero también de tamaño completo, que nos permiten interactuar con una persona a tamaño real.
Así, un vendedor remoto podría ayudarnos a elegir una prenda o cualquier otra mercancía a través de una de estas cajas, y atendernos en cualquier petición, como si lo tuviéramos delante.
Otra capacidad sería que, mediante el uso de realidad aumentada, el cliente pudiera utilizar la holocaja como probador virtual para ver como le quedan, por ejemplo, unos zapatos o un traje antes de probárselos. Elegir entre diez prendas distintas ya no sería perder mucho tiempo entrando y saliendo del probador, ya que podríamos hacer una preselección virtual y, al final, probarnos físicamente los dos o tres modelos que prefiramos.
Finalmente, también tenemos las consabidas posibilidades en materia de maketing, como anuncios con profundidad, en tres dimensiones, más espectaculares y, por lo tanto, más proclives a atraer las miradas de los consumidores y a generar potenciales nuevos clientes.
Otras posibilidades
Un caso de uso que me explicó Hamid fue el de un pequeño consultorio en una aldea rural, en la que el servicio médico no es fácil, pero en el que la compañía ha instalado una cabina holográfica que permite que los pacientes sean visitados de forma virtual por especialistas que pueden residir hasta a miles de kilómetros de distancia.
Esto no sustituye las visitas médicas reales, pero permite complementarlas con visitas virtuales con una mayor frecuencia, dando un mejor trato y servicio a los pacientes.