Google Cloud presentó un arsenal de avances tecnológicos que van mucho más allá de las palabras de moda, con implicaciones reales para las empresas que buscan integrar la IA en sus flujos de trabajo, y no sólo en las presentaciones de PowerPoint.
El tono lo marcó desde el principio Thomas Kurian, CEO de Google Cloud: «La oportunidad que presenta la IA no se parece a nada que hayamos visto antes». No es retórica. Lo que sigue es una profunda reingeniería de la nube, desde sus cimientos físicos hasta la experiencia del usuario final.
El anuncio de la disponibilidad global de Google Cloud WAN -una red privada de baja latencia y velocidad ultrarrápida- marca un nuevo capítulo en la infraestructura de la nube. Esta red, diseñada originalmente para dar soporte a servicios masivos como Search y Gmail, ahora se encuentra al alcance de cualquier empresa que necesite mover datos de forma rápida y fiable. Y no se trata sólo de mayor ancho de banda: la red está optimizada para aplicaciones impulsadas por IA, prometiendo un rendimiento un 40% mayor a un coste hasta un 40% menor.
Como complemento a esta base física se encuentra el nuevo superordenador de IA de Google, equipado con la TPU Ironwood de séptima generación, chips diseñados a medida para manejar modelos como Gemini 2.5. Estas nuevas TPU ofrecen un rendimiento mayor que las TPU Ironwood, con una potencia superior a 42 exaflops por vaina, lo que indica que Google no solo quiere competir con los gigantes de la nube, sino superarlos en rendimiento bruto.
En el centro de esta estrategia se encuentra Vertex AI, la plataforma de Google para desarrollar, entrenar y desplegar modelos de IA. Aquí, la atención se centra claramente en tres frentes: diversidad de modelos, interoperabilidad y control granular.
Con más de 200 modelos disponibles -desde Google DeepMind hasta socios como Anthropic o Mistral, Vertex AI se posiciona como un centro en el que las empresas pueden elegir, adaptar y combinar modelos según sus necesidades. La plataforma permite basarse en fuentes externas como Google Maps y datos de la empresa, lo que hace que las respuestas de los agentes sean más fiables y relevantes.
Pero quizá la mayor innovación sea la arquitectura de agentes de IA interoperables. El Kit de Desarrollo de Agentes (ADK) y el protocolo Agent2Agent (A2A ) son intentos concretos de establecer normas abiertas que permitan a los agentes de IA colaborar, aunque se basen en tecnologías distintas. Esta visión de un ecosistema de agentes colaborativos -casi como APIs inteligentes- podría ser lo que finalmente haga que la IA sea realmente operativa en las empresas.
La estrella del evento fue la nueva generación de modelos Gemini 2.5, cuya versión Flash ya está disponible para casos de uso que requieren rapidez y eficacia, como la atención al cliente, el análisis de documentos o los resúmenes en tiempo real. El elemento diferenciador en este caso es el «razonamiento adaptativo»: el modelo ajusta la profundidad de su respuesta en función de la complejidad de la pregunta. Esto se traduce en una IA menos robótica, más útil -y más económica-.
La IA también ha llegado al espacio de trabajo de Google, con herramientas como «Ayúdame a analizar» en Sheets o resúmenes de audio en Docs, en un claro intento de integrar funcionalidades avanzadas sin requerir conocimientos técnicos. El objetivo es que todos los usuarios se beneficien directamente de las capacidades de la IA, aunque nunca escriban una línea de código.
En el ámbito de la seguridad, Google Unified Security (GUS) centraliza datos, alertas y análisis en tiempo real, integrando la inteligencia de Gemini para la detección y respuesta automatizadas. Se trata de IA que no sólo predice problemas, sino que actúa, en un momento en que la ciberseguridad se ha vuelto tan crítica como el rendimiento.
Y como la nube ya no es solo un lugar , sino un territorio regulado, Google ha reforzado su compromiso con las nubes soberanas y los entornos protegidos, preparados para dar soporte a operaciones gubernamentales altamente sensibles.
Google Cloud ya no quiere ser sólo un proveedor de infraestructura. Quiere ser el sistema operativo de la nueva economía de la IA, y está construyendo cada capa de esa visión, desde los cables submarinos hasta la línea de comandos de los desarrolladores.
Más que prometer una revolución, Google parece decidido a implantarla con método, interoperabilidad y escala. Queda por ver si el mercado -saturado de promesas y receloso de los costes- está preparado para seguirle el ritmo.
Si lo está, el futuro de la nube bien podría funcionar con TPU Ironwood y hablar con agentes que sepan cooperar.