Sam Naficy, presidente y CEO de Prodoscore, una solución de inteligencia de datos centrada en el trabajador y que funciona gracias a la inteligencia artificial, firma en la publicación estadounidense SmartBrief, un interesante artículo de opinión en dónde da su visión de cómo podemos mejorar la productividad de los empleados, especialmente en entornos de trabajo híbridos (en los que se combinan el trabajo presencial y el teletrabajo) gracias al uso de la inteligencia artificial en su día a día, mediante cuatro pasos.
En opinión de Naficy, la misma IA se presenta como una herramienta capaz de identificar a empleados de alto rendimiento, anticipar posibles renuncias y detectar a quienes podrían asumir roles de liderazgo. Al ser una herramienta que es capaz de procesar grandes volúmenes de información, resulta factible visualizar tendencias de productividad y fomentar la colaboración entre áreas distintas dentro de la misma organización empresarial, lo que se traduce en una toma de decisiones mejor informada.
Los estudios más recientes señalan que una aplicación cautelosa de la IA puede marcar la diferencia en la motivación y el desempeño del personal. Sin embargo, un uso apresurado o sin políticas claras podría derivar en efectos contraproducentes, sobre todo si no se equilibran adecuadamente la automatización y el factor humano.
Las organizaciones interesadas en integrar inteligencia artificial al entorno laboral suelen comenzar por analizar a fondo los indicadores que miden la implicación de su plantilla. El objetivo inicial consiste en determinar cómo se estructura la jornada de cada trabajador y qué pautas definen a las personas con mayor rendimiento. Cuando se detecta una necesidad de formación o de ajuste en procesos, las herramientas de inteligencia de datos permiten tomar medidas antes de que aparezcan situaciones de desmotivación o agotamiento.
Incrementar la productividad con herramientas de IA
El siguiente paso suele centrarse en incorporar la IA en tareas cotidianas. Según un estudio de la misma Prodoscore realizado a lo largo de unos seis meses en diez organizaciones con más de cuarenta roles distintos, y citado en su artículo por el mismo Naficy, se constató que más de un 14% de los empleados estudiados utilizan herramientas basadas en IA para desempeñar su trabajo, como Microsoft Copilot, OpenAI ChatGPT o Google Gemini, y aproximadamente la mitad de ese grupo recurre a dichas soluciones en más de cinco ocasiones. Aunque todavía existe una brecha entre quienes se apoyan en estos recursos y quienes no, los resultados apuntan hacia una clara ventaja en materia de eficiencia laboral.
En la práctica, estos primeros adoptantes han logrado agilizar tareas y elevar su desempeño. Esto contribuye a que las empresas detecten puntos de mejora y demuestren el posible impacto positivo de la IA en áreas tan diversas como la atención al cliente, la gestión de proyectos o la coordinación de equipos.
La misma investigación revela que las personas que recurren a herramientas de IA, pueden llegar a ser hasta un 21% más productivas que las que no lo hacen, y suelen dedicar casi 90 minutos adicionales a sus tareas diarias. Además, en los días en los que se emplean estos sistemas, la productividad asciende un 4% con respecto a las jornadas en las que no se utilizan.
Hallar un equilibrio entre automatización y visión estratégica
Este tipo de hallazgos subraya el papel de la IA como un complemento que impulsa el rendimiento de quienes se sirven de ella. Sin embargo, aprovechar su potencial no depende únicamente de la adopción de la tecnología, sino también de una cultura corporativa que entienda cómo integrarla en los procesos internos y hacerla accesible a toda la plantilla.
Pese a que los beneficios que aporta la IA son evidentes, resulta fundamental establecer un marco de uso responsable que comprenda políticas claras y formación adecuada. La recomendación más extendida es no delegar todas las tareas en la automatización y mantener una supervisión constante de los resultados. Además, las prácticas identificadas por los usuarios que se inician antes en la IA deberían extenderse a otros equipos con el fin de garantizar un aprovechamiento uniforme y evitar brechas de adopción.
Los hallazgos de Prodoscore distinguen tres grupos de usuarios según la frecuencia y el tiempo que dedican a la IA: los llamados “Toe-dippers” prueban estas herramientas en una sola ocasión y pasan alrededor de un minuto en ellas; los “Foot-waders” recurren a la IA entre dos y cuatro veces, dedicando algo más de dos minutos por cada uso, mientras que los “Swimmers” superan las cinco sesiones y casi alcanzan los seis minutos de interacción.
Queda por ver si quienes empiezan con poco uso de la IA se mantendrán en dicho nivel, lo incrementarán con el tiempo, o bien lo abandonarán por completo. Lo que sí se desprende de estas evidencias es que la IA está llamada a complementar las tareas, no a reemplazar al profesional.
Hacia el futuro del trabajo con IA
A medida que las necesidades del negocio evolucionan, las compañías pueden ajustar sus políticas para sacar mayor partido de las soluciones basadas en aprendizaje automático. Herramientas de análisis predictivo permiten anticipar comportamientos de la plantilla y de la demanda, lo que favorece la toma de decisiones orientadas a cumplir objetivos de ingresos y a fomentar el desarrollo de los empleados. Con la información que arrojan estos sistemas, los directivos están en posición de optimizar procesos de manera proactiva y acompañar mejor a quienes buscan progresar profesionalmente.