Es una polémica que se extiende en el tiempo desde hace mucho: ¿podemos vivir sin apagar nuestro ordenador, solamente suspendiéndolo, o necesitamos apagarlo para que su rendimiento no se deteriore?
Por un lado los partidarios de apagarlo aluden a la supuesta degradación del rendimiento del sistema, que un apagado permite limpiar la memoria y volver a empezar con un fresh start, así como problemas relacionados con la batería, que también se degrada por la forma de descargarse en modo de suspensión.
Frente a estos, los partidarios de no apagarlo, sino simplemente suspenderlo, que aluden a la comodidad de no tener que cerrar ninguna aplicación, y volver a encontrarlo todo como lo habíamos dejado en la siguiente sesión.
Dos opiniones divergentes que difícilmente llegarán a un punto de acuerdo, de la misma forma que los partidarios de la tortilla de patata con cebolla nunca llegarán a un acuerdo con quienes no pueden ver esta planta mezclada con el huevo, la sal, y las patatas. Pero que, ahora, tienen una nueva prueba empírica sobre la cual discutir.
Tres meses de experimento
Anurag Singh, periodista con una vasta experiencia en diversos medios como Android Police o Neowin entre otros, y que ahora trabaja también en XDA, ha hecho la prueba de pasarse tres meses sin apagar su portátil con Windows 11, con el claro objetivo de comprobar si esta práctica afectaba al rendimiento, generaba problemas significativos, o bien permitía acelerar el ritmo de trabajo.
Contrario a lo que muchos podrían esperar, Singh afirma que el equipo mostró una estabilidad sorprendente a lo largo de este período, pese a que se presentaron pequeños inconvenientes, como ligeras demoras en la respuesta o activaciones inesperadas del ventilador. En cualquier caso, señala que el funcionamiento general fue satisfactorio.
Uno de los problemas más notables se relacionó con el navegador Google Chrome; al mantener numerosas pestañas abiertas durante largos periodos sin reiniciar el sistema, el navegador comenzó a mostrar lentitud e, incluso, llegó a bloquearse en algunas ocasiones.
En cuanto al consumo de batería, Singh observó que al poner el portátil en modo de suspensión cerrando la tapa, la pérdida de energía durante la noche fue mínima, aproximadamente un 4%, lo que indica que este modo es eficiente para conservar la batería.
La importancia de reiniciar o apagar ocasionalmente
Aunque mantener el ordenador encendido no parece afectar significativamente el rendimiento o la vida útil de la batería, es recomendable apagarlo o reiniciarlo periódicamente. Esto es especialmente importante en el contexto de actualizaciones de software, ya que muchos parches de seguridad y mejoras del sistema operativo requieren un reinicio para completarse.
Asimismo, apagar el equipo durante ausencias prolongadas, como vacaciones, puede ser beneficioso para reducir el consumo de energía y disminuir riesgos de seguridad. Un ordenador apagado disminuye la posibilidad de sufrir ciberataques o accesos no autorizados a información sensible.
Otra consideración es evitar reinicios automáticos inesperados que pueden ocurrir si las actualizaciones se posponen durante mucho tiempo. Estos reinicios pueden provocar la pérdida de datos no guardados y afectar al flujo de trabajo.
En definitiva, la decisión de mantener el PC encendido o apagarlo regularmente depende de las necesidades y preferencias de cada usuario. Sin embargo, y así concluye Singh, es aconsejable realizar reinicios ocasionales para garantizar el correcto funcionamiento del sistema y aplicar las actualizaciones necesarias.
Y la tortilla de patata, sin cebolla, claro…